domingo, 7 de abril de 2013

"...Aventura a media noche"


…AVENTURA A MEDIA NOCHE
Por Pilar Redondo Benítez

<<<< Cuenta la leyenda que las casas están habitadas por pequeños duendes que juegan y se divierten escondiendo cosas, pero lo que realmente no dice es que ellos desempeñan un papel muy importante en las labores de la casa, hay duendes de cocina, duendes de baño, duendes de salón... y he aquí amigo mío que yo os lo voy a contar>>>>

Erase una vez, una familia de duendes que vivían en el armario de las toallas de un gran cuarto de baño.
Los duendes de los armarios de toallas se dedicaban a dejarlas esponjosas, suaves y con el delicioso aromas de los bebés. Para ello tenían que trabajar muy duro, noche tras noche, mientras los habitantes de la casa dormían. Nada más dar las 12 campanadas de la media noche, comenzaba la vida de  los duendes de armarios. Ellos se colocaban sus botas especiales y empezaban a saltar una y otra vez encima de las toallas. En cada salto desenredaban los hilos de éstas para que quedaran sueltos y esponjosos.
La familia duende que vivían en el armario de las toallas eran cinco en total: Mamá duende, Papá duende, el abuelo duende, y sus dos hijos: Shea y Puck.
Pero una noche en la que estaban atareados, el pequeño Puck, no se había dado cuenta de que la luz del baño se había encendido, todos corrieron a esconderse menos él que quedó atrapado en el rizo que estaba trabajando.
En cuanto el hombre abrió la puerta del armario y cogió una toalla el pequeño duende no tuvo más remedio que esconderse en un diminuto pliegue y sujetarse muy fuerte, porque voló, y voló hasta que la toalla fue depositada en un taburete cerca de la bañera y bastante lejos del armario.
¿Qué iba hacer ahora?, ¿Cómo trepar hasta el mueble? Con lo alto que estaba y la luz encendida iba a resultar muy complicado. Era bien sabido que si alguien ve a un duende se acabaría la magia de éste y se convertiría en muñeco de trapo de por vida.
El pequeño Puck estaba muy nervioso, la luz era fuerte en el techo e iluminaba todo. Jamás había salido de aquel mueble de las toallas. Sabía de la existencia de otros duendes en la casa porque su abuelo por las noches le contaba historias sobre ellos. Pero él jamás había visto uno. Ni corto ni perezoso salió del cuarto de baño en busca de esos duendes para que le ayudaran a subir a su casa.
No hubo salido nada más del baño cuando se encontró a un duende Azul. La misión de estos duendes era recoger el polvo del suelo y convertirlo en grandes pelusas. Nada más verlo le contó lo ocurrido. Dispuesto, continuó el camino con él en busca de más duendes.
Así, que Puck y el duende Azul fueron en busca de otro amigo para que le ayudase a subir al armario.
No anduvieron muchas baldosas los 2 duendes cuando se encontraron al duende Rojo. Éste tenía la misión de limpiar las suelas de los zapatos para que nada pegajoso quedara dentro de la casa. Le contaron lo ocurrido, aceptó y continuó el camino con los dos duendes.
Así, que Puck, el duende Azul y el duende Rojo fueron en busca de otro amigo para que le ayudase a subir al armario.
Nada más cruzar el salón los 3, vieron al duende Amarillo, se encargaba de hacer crujir el parqué y las vigas de maderas del techo para que los habitantes de la casa no se enterasen de algún sonido extraño y fueran descubiertos. Le contó todo y aceptó, pero aún necesitaba más ayuda.
Así, que Puck, el duende Azul, el duende Rojo y el duende amarillo, fueron en busca de otro amigo para que le ayudase a subir al armario.
Los 4 duendes caminaron por lo ancho del salón mirando de un lado a otro buscando al duende Verde. Según el duende Amarillo ellos nos podrían ayudar porque eran más altos que los demás, debido a su trabajo de crear figuras diferentes en la oscuridad a partir de los destellos de luz de luna. Intentaban camuflar sus sombras en la pared desarrollando figuras chinescas para evitar que no lo descubriesen los habitantes de la casa. No muy lejos en un gran ventanal encontraron al duende. Le comentó  todo lo ocurrido y decidió ayudarles.
Se pusieron en camino los 5 duendes: Puck, el duende Azul, el duende Rojo, el duende Amarillo y el duende Verde. Juntos tenían que cruzar el salón y el pasillo antes de que amaneciera.
 Los duendes llegaron al baño muy deprisa al utilizar como medio de transporte la cola del gato, gran amigo de los duendes de ésta casa, por salvarlo un buen día de ahogarse con una gran bola de pelos atascada en su garganta.
Nada más llegar el duende Verde se colocó encima de la tapadera de la papelera. Mientras el duende Puck se subió al pedal para lanzarse muy fuerte sobre él y levantar la tapa, el duende salió disparado hacia el toallero. Se agarró muy fuerte y esperó a que su otro amigo, el duende Amarillo se cogiera de sus pies al ser lanzado por la tapadera de la papelera. Ahora le tocaba el turno a otro duende y así sucesivamente todos se quedaron colgados unos detrás de otros formando una cadena, menos Puck. Cuando estuvieron listos, empezaron a balancearse una y otra vez, cada vez con más fuerza, el pequeño Puck no pudo creer lo que veía. Los duendes se balanceaban enérgicamente convirtiéndose en un puente de colores por el cual  él pudo alcanzar el armario.
Mientras subía por las montañas de toallas, todavía desconcertado por lo que había visto. Pensó en las cosas tan maravillosas que había aprendido de sus buenos y nuevos amigos que había encontrado por el camino.

 “Y colorín colorado este cuento se ha acabado y los duendes en tu casa se han quedado.”



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